Estudio del Hospital General Universitario Gregorio Marañón
MAR TRUJILLO
Mucho se habla del instinto maternal pero poco se ha estudiado. Investigadores del Hospital General Universitario Gregorio Marañón han demostrado que las hormonas relacionadas con el embarazo y el parto –oxitocina, prolactina, estrógenos-, junto con otras variables que permiten estos procesos, modifican el cerebro de la mujer.
Susana Carmona, investigadora del Servicio de Medicina Experimental del Hospital Gregorio Marañón y del CIBER de Salud Mental (CIBERSAM), asegura que viendo la imagen del cambio del cerebro de las mujeres antes y después de estar embarazada “podemos clasificar con un acierto del cien por cien si esa mujer ha sido madre o no.
Yo he trabajado con pacientes con esquizofrenia o autismo y nunca he tenido esta capacidad de predicción”. Estos cambios, que afectan a la parte del cerebro encargada de generar placer, motivación y refuerzo, garantizan la supervivencia y el bienestar del bebé. “Cuanto más cambiaba el cerebro durante el embarazo mejor vínculo se establecía entre la madre e hijo”.
En el caso del padre, el cerebro no varía y el instinto paternal se desarrolla mediante el contacto con el hijo. Los cambios que sufre la parte instintiva del cerebro no son iguales en todas las gestantes. Y ahí podría estar la clave de trastornos como la depresión posparto, que afecta a una de cada cinco mujeres.