Cuando Madrid tenía puertas con llave, la ciudad se cerraba toda la noche. Era en otros siglos, cuando una muralla rodeaba la ciudad. Primero fueron murallas defensivas y después administrativas, para controlar los impuestos y la entrada de productos.
Las murallas crecieron según se extendía la capital. La última fue la cerca de Felipe IV. Para entrar y salir había cinco puertas principales y 14 portillos. Las puertas daban salida a los principales caminos: Segovia, Toledo, Atocha, Bilbao y Alcalá.
Siglos atrás, Madrid se cerró por razones sanitarias. Isabel García es guía oficial de turismo para VEN A MADRID. Explica que en época de pestes, se echaba el cierre: “A finales del siglo XVI la ciudad se tuvo que cerrar por completo por la epidemia”.
En 1868, las murallas impedían la expansión de Madrid. Se decidió acabar con ellas y sus puertas se convirtieron en lo que son ahora: un icono de la ciudad.
Los vecinos más mayores de Puerta de Toledo recuerdan el bullicio de la zona, el tránsito de peatones y coches junto al mercado de pescado. Pocos saben que guarda una cápsula del tiempo con documentos de la época de Fernando VII, a pesar de que fue ideada por José Bonaparte.
La Puerta de Alcalá se ha convertido en foto obligada para los turistas. Ahora, con la pandemia, está en horas bajas. Pero los madrileños pueden disfrutar de su vista con tranquilidad y reconocer las dos caras del monumento, una con el escudo y motivos bélicos y la otra con figuras de niños. O localizar los impactos de bala de la guerra de la independencia.
Un paseo por la historia de Madrid, a pesar de las restricciones.