La localidad china de Xian San ha sido el escenario de la última competición del campeonato mundial de drones.
Un campeonato que en su tercera edición suma ya equipos de doce países y que, gracias a su espectacularidad, tiene cada vez más seguidores.
No se trata solo de hacer volar las aeronaves con la habilidad a la mayor velocidad posible. Las acrobáticas carreras de drones requieren una exhaustiva preparación para analizar por donde conviene cortar la línea de ventaja, o como disponer de mejores plataformas de ataque y defensa.
Todo para lograr ciertas bondades técnicas para no cometer errores y restar ventaja al equipo contrario.
El momento de la salida es fundamental. Luego hay que evolucionar en medio de un complejo laberinto de obstáculos, siempre pendientes de la posición que ocupan los adversarios. Se precisa habilidad, reflejos y sangre fría, cualidades que poseen jugadores muy jóvenes.
El pasado fin de semana Reino Unido se hizo con el trofeo en una de las carreras más espectaculares y difíciles, disputada en una antigua mina de sal de Rumanía, a 150 metros de profundidad. Aquí es difícil evitar que las aeronaves choquen entre sí.
Cada vez más países cuentan con sus equipos nacionales. Últimamente se han incorporado China, ganadora en Xian San, Nueva Zelanda, Dinamarca, Argentina y Escocia.