La falta de espacio en los cementerios se está convirtiendo en un problema en la región y sobre todo en la capital. Eso unido al coste lleva cada vez a más madrileños a apostar por otro tipo de funerales: más ecológicos y sostenibles.
Es el caso de Mercedes, que no quiere acabar sus días en una tumba, un nicho o un columbario. Quiere que sus restos se conviertan en compostaje humano, en abono para plantas.
El proceso consiste en conseguir material orgánico de un cadáver después de mezclarlo con virutas de madera, paja y alfalfa. El resto lo hacen las bacterias. Puede llevar entre 6 y 8 semanas.
La ley funeraria española es del año 1974 y de momento no lo permite. Sí esta autorizado desde 2019 en media docena de estados de Estados Unidos. En Europa, Bélgica lo esta estudiando. Una alternativa más ecológica y a un precio similar al de un entierro tradicional.
También crece el número de madrileños que quieren borrar su huella digital tras fallecer. Lo piden la mitad de los encuestados, según el tercer barómetro de Funos. Se puede dejar constancia en el testamento o en las propias redes sociales.
También aumentan las peticiones de entierros low cost, de bajo coste, sobre todo prescindiendo del velatorio, y los funerales exprés. De momento solo en Galicia permite hacerlo a las 12 horas del fallecimiento. En el resto de España hay que esperar 254 horas.