El conflicto en Ucrania vuelve a poner a los más débiles en el punto de mira. El equipo de Vigilancia de los Derechos Humanos del Alto Comisionado de la ONU ha revelado que hasta el mes de junio ha recibido 124 denuncias por violencia sexual. Y hay muchas agresiones que no llegan a denunciarse nunca.
Alisa Kovalenko, directora de cine, no se lo pensó dos veces. En cuanto los tanques rusos cruzaron la frontera ucraniana, dejó la cámara y cogió las armas.
Tenía cuentas pendientes. En 2014, mientras grababa un documental en Donestk, fue detenida por los separatistas. La acusaron, falsamente, de ser francotiradora. Tras el interrogatorio, un oficial ruso la violó brutalmente.
Alisa ha pasado meses en el frente, soportando, casi a diario, los bombardeos rusos. Su marido y su hijo han encontrado refugio en Francia. La familia que le queda, asegura, son sus compañeros de batalla. Hace poco perdió a uno de esos amigos
Asegura que no es la única víctima de violencia sexual en esta guerra. La mayoría de las supervivientes, dice Kovalenko, prefieren callar por miedo a represalias. Ella eligió agarrar el fusil.