Afganistán es el mayor productor de opio del mundo. Allí se cultivó el 85% de la producción de todo el planeta en 2020. Ahora, el nuevo gobierno talibán ha decidido prohibir su cultivo. Lo hacen después de financiarse en el pasado con los ingresos producidos por esta droga.
Apenas hay alternativas en el campo afgano al cultivo de la amapola de la que se extrae el opio y la heroína. Es la mayor fuente de ingresos para millones de pequeños agricultores y jornaleros, que pueden llegar a ganar unos 300 euros al día cultivando la planta y almacenando el opio.
Los talibanes asumieron el poder del país el pasado 15 de agosto con la promesa de que pondrían fin al cultivo de opio en Afganistán. Eso, después de que el año pasado se registrara una cosecha récord de casi 7.000 toneladas.
El emirato islámico está dispuesto para destruir los cultivos de amapola de esta temporada, si la comunidad internacional puede ofrecer alternativas para nuestros agricultores, dicen dirigentes talibanes.
La cuestión es hasta qué punto los talibanes están dispuestos a llevar a cabo esa prohibición, con un país en la ruina económica y después de que en el pasado aprovecharan el cultivo de opio para financiarse.