En la Avenida de los Toreros siguen preocupados por el enorme socavón de 30 metros de largo y seis de profundidad que se abrió hace unos días. Los vecinos tienen miedo de que vaya a más o que pueda afectar a los edificios cercanos y no quitan ojo al socavón.
Fernando, uno de ellos, lleva toda la vida viviendo en el numero 33 de la Avenida de los Toreros. En casi medio siglo, dice, ha visto infinidad de socavones y fugas de agua frente a su casa. El de esta pasada semana, es el último y la tercera que se produce.
Aunque comenta que también se han producido otros dos socavones en la misma calle. Es el sentir del barrio, la continua presencia de socavones en una calle que no se termina de solventar.
Armando, otro vecino, también veterano del barrio, dice saber lo que hay en el subsuelo de su calle; discurre el arrollo de Abroñigal, afluente del Manzanares, soterrado en la década de los 70 por la construcción de la M-30 y su nudo Sur.
Los jóvenes son los que no podían imaginar ver un socavón de 30 metros de extensión frente a su casa.
De momento, los tres carriles de la avenida solo está operativo uno