Mientras Venezuela sigue a la espera de ayuda humanitaria, como suele suceder en estos casos, algunos quieren pescar en río revuelto, y comercian con alimentos o medicinas que venden en el mercado negro.
Algunos casos son desesperanzadores, como es el de Jesi y su hijo, que cada vez que “sufre neumonía no le hemos podido hospitalizar, porque no tengo los medicamentos, y no los consigo”.
Si por el contrario, tu familia sí tiene capacidad adquisitiva, la situación cambia, como es el caso de Natalie, que se cansó de esperar a la sanidad venezolana y acudió a los barraqueros, que tienen el poder en este submercado, y disponen de prácticamente todo.
Lo que queda manifiesto, es que el mercado negro prima en Venezuela ante un clima de tensión que crece por momentos.