Abdou llegó hace tres años de Gambia y se puso a vender en la calle. De Senegal vino Amicole y su único recurso fue el top manta.
Ahora, el Sindicato de Manteros está decidido a sacar de la calle a estas personas y darles un trabajo digno.
En Lavapiés han abierto una tienda de ropa. Trabajan de manera voluntaria, en común, hasta que puedan ir generando ganancias.
Camisetas, bolsos. Todo ello con un mensaje reivindicativo que empieza a calar en el barrio.
En Madrid se calcula que quedan unos doscientos manteros. Todos sueñan con poder vivir sin tener que estar huyendo cada día.