Prohibido entrar con zapatos a la casa de Cristina del Valle
La cantante de 'Amistades peligrosas' vive en un piso junto al 'Pirulí'
REDACCIÓN
Amante de la música y la artesanía, la cantante de Amistades Peligrosas, Cristina del Valle, ha trasladado su esencia a su hogar. Por eso, entrar en su casa es como viajar a su mundo, un mundo que rescata muchas de las tradiciones (y la decoración) de la cultura árabe.
Cristina del Valle se compró muy cerca del ‘Pirulí’ (Torrespaña), un apartamento pegado al de su por entonces compañero, Alberto Comesaña. Y lo hicieron con sus primeros ahorros gracias al triunfo de su dúo musical, ‘Amistades peligrosas’. Cuando se separaron, Cristina compró el apartamento a Alberto y lo unió al suyo. ¿El resultado? Una amplia vivienda de cerca de 200 metros cuadrados, con dos inmensos salones, cuatro habitaciones y dos baños y una decoración al gusto de la cantante.
Nada de entrar calzado a su casa
Para empezar, las visitas siempre tienen que dejar el calzado a la entrada. “En el mundo árabe es inconcebible que la gente entre calzada, porque la vida se hace en el suelo”.
Y así es como se hace, de hecho, la vida, en su casa. Por eso, por ejemplo, no hay sillas para sentarse, sino mullidos cojines en el suelo.
Los salones son amplios y luminosos. Están repletos de objetos y decoración árabe y plantas, muchas plantas de frondosas hojas. “Soy una apasionada de las plantas”, confiesa Cristina, “Les pongo música marchosa para que estén animadas”.
En el salón destaca una mesilla siria, hecha a mano, junto con dos silloncitos que Cristina colocó junto a las plantas.
Cristina dice tener “el Toc del orden”. De hecho, es tan maniática que peina hasta los flecos de la alfombra. “Yo todas las noches peino los flecos de la alfombra persa”. Alfombras que pueden llegar a costar hasta 3.000 euros.
Y como le encanta la artesanía, la cantante tiene la casa llena de esculturas sudamericanas, africanas y árabes, y objetos traídos de muy lejos. “Tengo una cruz traída de Palestina”.
Come 'por obligación'
Sin embargo, Cristina tiene un defecto y nos lo confiesa sin miedo: “No me gusta nada la cocina. Como por obligación, porque no me queda más remedio”. Y entre sus gustos culinarios, están sobre todo frutas y verduras, “Me gusta comer sano. En esta casa la sal y el azúcar están prohibidos”.
Pero lo que de verdad le gusta a la cantante de Amistades peligrosas es recibir invitados en casa. De hecho, su segundo salón tiene hasta barra. Es el centro de reunión con sus amigos. Se sientan en el suelo y de vez en cuando improvisan alguna canción con alguno de los darbukas que tiene junto a la pared.
“Me encantan los instrumentos de percusión”. Y no duda en hacer una demostración en directo con uno de estos curiosos tambores que la cantante toca en sus directos y que pertenecen al folclore turco.
Y Cristina no solo recibe a sus amigos. También a sus vecinos, con quienes dice haber creado un lazo muy estrecho. “Los sábados nos juntamos aquí todos los vecinos y cada uno prepara una comida. Un vecino me regaló un megáfono para avisar a todos”.
Su dormitorio es blanco y luminoso. Minimalista y muy ordenado, como el cuarto de baño, en donde incluso ordena todo “por colores”. Junto a ella vive su perrito ‘Titi’, con quien lleva ya seis años.
A Cristina le encanta el deporte. Tiene una bicicleta estática en su dormitorio “y ahogo zumba, porque me encanta bailar”.
Cuando le preguntan sobre el grupo, Cristina solo tiene palabras de agradecimiento: “Amistades peligrosas es siempre mi presente. Lo que he hecho es ir aprendiendo cosas para añadir a mi gran pasión”.
Prueba de que se siente orgullosa de ese legado, son todos los recuerdos que salpican una de las paredes de su casa, con fotografías y premios conseguidos por el grupo. Todos ellos, junto a una placa de calle con su nombre. La cantante nos confiesa que tiene una calle de verdad… ¡en Sevilla!