Durante tres décadas Bartolomé Cursach el empresario de la noche más influyente de la isla sobornó a policías, funcionarios y políticos para favorecer los negocios nocturnos, en una red corrupta de la que todavía no se conocen todos los tentáculos. Por ello fue detenido y llevado a prisión. Pero la historia no acaba ahí. Cursach organizaba orgías millonarias e incluso podría estar involucrado en un presunto caso de corrupción de menores. El rey de la noche mallorquina niega los hechos y pide que le pongan en libertad alegando deterioro físico.