Millones de conversos que son descendientes de los sefardíes expulsados de España en 1492 podrán acogerse, técnicamente, a la nueva ley de nacionalización que el Congreso de los Diputados aprobó, según la interpretación que ha hecho la Unión Sefardí Mundial, con sede en Jerusalén.
"La ley habla de los descendientes de los expulsados", dijo el presidente de esa asociación, José Benarroch, en una rueda de prensa en Jerusalén tres días después que el Congreso proclamara la histórica ley, en una votación en la que él estuvo presente.
Explicó que hay un grupo que las autoridades españolas "tienen en cuenta" y este es el formado por los conversos, que cifró en "entre 30 y 40 millones" de personas.
Sus antepasados "fueron expulsados de España y (después) se convirtieron y hoy pueden ser católicos, musulmanes.... o incluso judíos porque hayan regresado al judaísmo, (aunque en este caso) son una pequeña parte", afirmó al explicar a los medios locales el alcance de la nueva ley española.
Para ellos, subrayó, también es un "día de fiesta" porque "es la primera vez que obtienen algo positivo de su condición de ser descendientes de judíos". "Durante 500 años recibieron solo golpes por este origen", matizó al insistir en que la palabra clave es "descendiente" de los judíos expulsados.
Como ejemplo de colectivos que podrían apelar a su descendencia sefardí, sin ser ahora precisamente judíos, citó a comunidades que se encuentran en países de Centro y Sudamérica, como Guatemala o Honduras, aunque también se conocen en México, Venezuela, Brasil, Perú y otros países de ese continente.
Benarroch recordó en particular el caso del departamento colombiano de Antioquia donde -dijo- existe la arraigada costumbre de encender una vela en el primer día de diciembre, lo que muchos relacionan con la fiesta judía de la Hanuká y atribuyen al posible origen converso de sus colonizadores.
La ley, que entrará en vigor el próximo 1 de octubre, va dirigida a los descendientes de los sefardíes expulsados hace más de 500 años de la península Ibérica, que ahora podrán obtener la ciudadanía española si acreditan su origen y su especial vinculación con España a través del conocimiento de la lengua y la cultura, aunque no tengan residencia legal en el país.
También deberán acreditar documentación relevante a su pasado sefardí para poder tener acceso a la nacionalidad.
En ese sentido, la Unión Sefardí Mundial, asociación sin fines de lucro creada recientemente para ayudar en los trámites, explicó a Efe que aunque legalmente puedan aplicar a la nacionalidad, los conversos tendrán "mucho más difícil" demostrar su origen que un sefardí que haya conservado su trayectoria judía y haya permanecido dentro de los círculos comunitarios.
A decir de esta asociación, la ley finalmente aprobada contiene una serie de "frenos" destinados a filtrar a los candidatos mediante exámenes de español, de conocimientos de la realidad española, de documentación y de otros elementos que hacen difícil demostrar un origen sefardí de hace más de tres o cuatro generaciones, cuanto más si la conversión se produjo hace 500 años.