El presidente de la Organización Médica Colegial (OMC), Juan José Rodríguez Sendín, ha pedido que se declare 'non grato' al laboratorio alemán Grünenthal, que fabricó la talidomida, un fármaco para los vómitos de las embarazadas que provocó malformaciones en los fetos.
La OMC ha celebrado la jornada "Realidad de los afectados de talidomida en España", en la que Sendín ha calificado lo ocurrido de "historia de aberración y, sobre todo, de abandono". "Lo que es obligatoriamente y moralmente exigible al Estado es que proteja" a los afectados, "exigiendo al laboratorio que cumpla con sus responsabilidades y, si no, declararlo 'non grato', que es lo que habría que haber hecho hace mucho tiempo", ha subrayado.
El presidente de los médicos ha criticado también el hecho de que el laboratorio alemán tenga una Fundación contra el dolor. "Es una pamplina, que lo que hace será promocionar más medicamentos contra el dolor en base a no responder a los derechos de los afectados por un producto suyo".
Además, según Sendín, el Estado debe asumir su responsabilidad por permitir que se siguiera vendiendo la talidomida a partir de 1961, cuando ya se sabían los efectos que tenía, y por "no informar adecuadamente" para frenar que se siguiera utilizando.
En este sentido, ha asegurado que "hoy día" se podrían dar situaciones parecidas puesto que solo se controla el lote de los medicamentos, pero no se identifica envase por envase, por lo que "no sabemos cuantos fármacos entran y salen fuera de España".
Por su parte, el vicepresidente de la Asociación de Víctimas de Talidomida de España (Avite), Rafael Basterreche, ha cifrado en 18.500 millones de euros la facturación del laboratorio alemán en España en 2015 y en 3.700 millones los beneficios. A su juicio, si destinara solo el 1% de la facturación para indemnizar a los afectados españoles al mismo nivel que los de otros países europeos, "aun le sobrarían 160 millones".
En la jornada se han escuchado testimonios de varios afectados, que han coincidido en señalar que los efectos de la talidomida "son evidentes", pues todos presentan malformaciones en las extremidades superiores o inferiores o en ambas. "La talidomida me ha quitado la vida que debería ser mía, me ha quitado una vida normal", ha asegurado Ana Isabel Castillo, de 41 años y natural de Madrid, que tiene un 80 % de discapacidad.