La familia de Antonio Irlandés fue víctima del fuego que rodeó el tren de Bejís, en Castellón. Su hija viajaba el 17 de agosto con sus dos nietos menores cuando se desató el pánico y "salieron del tren, con ayuda de otros pasajeros, intentando huir de las llamas hasta que se metieron en un refugio".
El Gobierno asegura que la primera información que recibieron de la situación llegó a través de la maquinista y que ni ADIF ni Renfe recibieron notificación del incendio para poder avisar al tren. Hasta 50 personas fueron víctimas cuando el tren quedó atrapado entre las llamas, "tras haber visto que había mucho humo y ceniza".
Según Antonio, su hija "pidió instrucciones a la maquinista para saber qué hacer por la vida de sus hijos, pero la maquinista estaba muy nerviosa", finalmente, junto con otros pasajeros, decidió bajarse del tren "con un miedo terrible a achicharrarse ahí dentro, sin poder hacer nada". "Mi hija pensó que se iba a morir allí, ella y todos", relata Antonio.
El presidente del Gobierno ha declarado que Adif autorizó la salida de este convoy sin tener conocimiento de ningún incidente en ninguna de las zonas por las que concurre la vía.
Tras recibir la autorización del Centro de gestión del tráfico, la maquinista hizo que el tren retrocediese hasta hasta la estación de Caudiel, donde los heridos fueron atendidos por las fuerzas de seguridad y los servicios sanitarios.
Antonio está esperando a que su hija se recupere, tanto física como psicológicamente, porque hoy continúa ingresada con graves heridas y "está muy afectada, tiene daños psicológicos por todo el miedo y sufrimiento que pasó". Pide que "se deje trabajar a la justicia y que se aclare todo lo sucedido".