El término ‘jet lag’ nos sirve para explicar un fenómeno que ocurre con la descompensación horaria producida por, por ejemplo, un viaje o un cambio de hora. Sin embargo, el ‘jet lag’ social no supone un cambio de huso horario alguno, pero también tiene relación con una descompensación horaria.
Tras la semana laboral, llegan los planes de fin de semana y, a veces, nuestra agenda no siempre depende de cómo queramos organizarla. Cena romántica el viernes tras salir de trabajar; cumpleaños de un familiar al día siguiente, un domingo de limpieza y luego más responsabilidades… Al llegar el domingo, nos damos cuenta de cómo se han esfumado esas 48 horas y ya te tienes que preparar para el lunes.
Sin embargo, del cansancio de la anterior semana, por todos esos planes, aún no te has recuperado. Horas de sueño perdidas que harán que la semana comience cuesta arriba. Eso es el ‘jet lag’ social. Javier Clemente, investigador de Psicofisiológica Aplicada, explica que en “el ritmo diario que tenemos entre semana tenemos una discrepancia importante entre los ritmos circadianos naturales y las demandas del horario laboral. Somos animales diurnos y cada vez pasamos más tiempo en horas nocturnas por ocio o por utilizar dispositivos que rompen más nuestro ritmo circadiano con las pantallas, móviles y la luz azul”, explica el experto en 120 Minutos.
En la teoría, una persona adulta debería dormir entre siete y nueve horas al día. Algunas personas necesitan más, otras menos, pero es un estimado donde los españoles salimos perdiendo respecto a nuestros vecinos europeos.
Nuestro organismo agradecería que siempre nos acostásemos a la misma hora. El ser humano es un animal de costumbres y un estudio del King’s College londinense publicado en The European Journal of Nutrition ha demostrado que estas alteraciones de sueño pueden perjudicar en varios sentidos. Uno de ellos, a priori poco comprensible de entrada, es que las personas que alteran sus horas de sueño tienen más problemas digestivos.