El proceso de acompañar a un hijo desde su nacimiento hasta su crecimiento y desarrollo hacia la edad adulta, es decir, la crianza, ha ido evolucionando hacia la crianza consciente y la corresponsabilidad. Se busca es dar con el mejor método, uno positivo y beneficioso. No sucede así con una tendencia que se ha ido extendiendo en los últimos años, la llamada crianza distraída.
Esta forma de crianza se realiza de una forma inconsciente y los riesgos suelen subestimarse. ¿Cuáles son sus peligros? Se produce cuando los padres no prestan suficiente atención a sus hijos y, en lugar de en ellos, se centran en sus dispositivos electrónicos, permaneciendo inmersos en las pantallas de sus móviles e incluso llegan a reprochar o regañar a sus hijos si intentan sacarlos de este ensimismamiento.
Esto puede ocasionar diversos perjuicios sobre los menores. Por un lado, desde el punto de vista emocional y psicológico, ya que no sentirán que representan una parte importante de la vida de sus padres. Sino que están en un segundo plano. La crianza distraída puede traer como consecuencias problemas de frustración, baja autoestima y otros trastornos más complejos que podrían perseguirles hasta su edad adulta.
Además, permanecer en este estado de distracción también conlleva que los hijos se expongan a peligros y riesgos de todo tipo a causa de la falta de atención de sus padres.
¿Cómo evitar la crianza distraída?
Se recomienda acudir a terapia si fuese necesario para frenar la adicción a las nuevas tecnologías, que están hechas a medida para que se den casos. Otras medidas que pueden tomarse de forma individual es la imposición de límites. Es decir, determinar un tiempo y unos momentos concretos en los que usar los dispositivos electrónicos, evitando que coincidan durante el tiempo en el que padres e hijos pasan tiempo juntos.