Tienen trabajo. Pero eso no les libra de vivir en una situación de absoluta precariedad. De forma paradójica, aquellos que nos han traído comida a casa durante los peores momentos del confinamiento se ven obligados a pedir su sustento en comedores sociales. Los "riders" también integran las cada vez más numerosas "colas del hambre" en Madrid.
Visitamos uno de esos centros regentados por la congregación Hijas de la Caridad en el paseo General Martínez Campos. Sor Josefa nos cuenta cómo llegaron a pedir su ayuda. "Me pareció de justicia que se beneficiaran de esta ayuda porque a pesar de estar trabajando realmente lo que cobraban era mínimo", relata.