Llega el verano a las comunidades de vecinos con piscina y con él, los conflictos por la convivencia y el uso de espacios comunes, como las piscinas. Si se puede hacer toples o nudismo, los ruidos, las fiestas y las barbacoas son algunos de los principales motivos de disputa vecinal. Pero hay uno en concreto que irrita a la gran mayoría: los chapuzones de los morosos.
Sin embargo, desde la reforma del artículo 21 de la Ley de Propiedad Horizontal (LPH) el año pasado, las comunidades pueden prohibir el uso de la piscina, la pista de pádel o cualquier otra instalación no esencial a los propietarios deudores. El problema es que la medida es difícil de aplicar. ¿Quién vigila que no entren estos vecinos? La reforma no incluye medidas coactivas o sancionadoras que puede utilizar la comunidad en el caso de incumplimiento.
Las comunidades que disponen de algún tipo de control de acceso a la piscina (tarjetas o llaves inteligentes) son las que por ahora más están aplicando la medida. Un asunto más problemático es la entrada de los hijos de los deudores.
Sergio García, vocal del Colegio Profesional de Administradores de Fincas de Madrid, afirma que la norma “está ayudando a que se puedan reducir el número de morosos”. “Lo normal es que si hace caso omiso es que se le pueda notificar fehacientemente, si sigue sin hacer caso, tendremos que realizar una junta general e iniciar los trámites para denunciarlo para que un juez le impida ese acceso. Pero nosotros no tenemos potestad sancionadora”, recuerda.
Los familiares o hijos de los propietarios, ¿se ven afectados?
“El pack es todo”, afirma Sergio García, aunque afirma que sigue existiendo la posibilidad de que si algún vecino le invita con tarjetas de invitación puede entrar como otro cualquiera.