Con la desescalada por el coronavirus trabajar de camarero se ha convertido en una profesión con cierto riesgo. Eso es al menos lo que dicen estos profesionales que apuntan que de cada diez clientes que entran en el local, ocho no usan mascarilla.
Por eso se quejan del riesgo que corren. Además, el alcohol en algunos casos saca el lado más alegre de los clientes, que se relajan demasiado y se olvidan de las medidas necesarias para evitar el contagio del coronavirus.
Quejas y miedo
Las quejas de los camareros no se refieren a que los clientes de su establecimiento no se pongan las mascarillas al tomar sus consumiciones, sino que al entrar para ir al baño, por ejemplo, muchos no se la ponen.
“Si en ese caso nosotros les decimos que lo hagan, no nos hacen caso e incluso nos miran mal”, explica a Telemadrid Melvin, que trabaja de camarero en una cafetería.
También ocurre cuando les piden que se desinfecten las manos, según dice otra camarera, Maru. "Y por eso sí que tenemos miedo", dice.