En el pintoresco municipio de Villarejo, en la plaza de la Iglesia, conviven testimonios arquitectónicos de distintas épocas, desde la iglesia-fortaleza de San Andrés hasta la emblemática torre del homenaje, vestigios de la antigua fortaleza de la Orden de Santiago.
Sin embargo, en este espacio cargado de historia medieval, aún pervive un eco mucho más reciente: el de la legendaria discoteca Kastill, que durante años fue la primera parada de la famosa ruta del bakalao.
Ubicada en lo que hoy es un edificio abandonado, la discoteca Kastill representó en su momento un fenómeno cultural para la juventud de la zona y más allá.
En su apogeo, esta discoteca se convirtió en un lugar de encuentro y en un símbolo de la época dorada de la movida valenciana, un período marcado por la música electrónica y los estilos alternativos.
Kastill no solo ofrecía un espacio para bailar, sino que fue también un escenario donde muchos dieron sus primeros pasos en el mundo de la noche y la música, marcando a toda una generación.
A día de hoy, la discoteca está cerrada y sus puertas permanecen vacías, pero muchos de los habitantes de Villarejo recuerdan aquellos días de música y baile como una época de juventud vibrante y despreocupada. Se ha convertido en parte del patrimonio cultural de Villarejo, una huella moderna en un escenario medieval.