Manzanares el Real: El Castillo de los Mendoza que conecta Madrid con su pasado medieval
Diego Hurtado de Mendoza fue quien ordenó la construcción de la fortaleza a finales del siglo XV
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A tan solo unos kilómetros de Madrid, en el pintoresco pueblo de Manzanares el Real, se alza uno de los castillos más impresionantes y mejor conservados de la región: el Castillo de Manzanares el Real.
Se trata de una joya arquitectónica que, como todo buen castillo, está repleto de secretos y leyendas que han perdurado a lo largo de los siglos.
La Leyenda del Fantasma de Maricantina
Como todo castillo que se precie, el de Manzanares el Real está rodeado de leyendas. Una de las más conocidas es la del fantasma de Maricantina y sus amores con el Marqués de Santillana.
Según la tradición, el Marqués de Santillana, uno de los miembros más ilustres de la poderosa familia Mendoza, se enamoró de esta humilde pastora.
Este amor, sin embargo, estaba destinado al fracaso debido a las diferencias de clase entre ambos. Nuestra pastora, desgarrada por el desamor al no poder estar junto al marqués, murió de tristeza.
Desde entonces, cuenta la leyenda, su espíritu vaga por los alrededores del castillo asustando a los niños del pueblo con su presencia fantasmagórica.
Un Símbolo del Poder de los Mendoza
Pero el Castillo de Manzanares el Real es mucho más que una leyenda. Su importancia arquitectónica e histórica lo convierte en un símbolo de transición entre dos épocas clave: el final de la Edad Media y el principio del Renacimiento.
A través de su estructura, se puede observar cómo las fortificaciones medievales comenzaron a transformarse en palacios más refinados, reflejo de una época moderna en ciernes.
Fue el primer Duque del Infantado, Diego Hurtado de Mendoza, quien ordenó la construcción de la fortaleza a finales del siglo XV.
Aunque no pudo completar la obra antes de su muerte, su hijo, el segundo Duque del Infantado, continuó el proyecto, transformando la fortaleza medieval en un palacio renacentista.
El castillo se convirtió en un símbolo no solo de su dominio, sino también de su capacidad para generar rentas a través de los impuestos cobrados a los viajeros que cruzaban el puente sobre el río Manzanares.