Gareth Bale se frotaba las manos en su vuelta al Totenham. En Londres era la estrella a su llegada el pasado verano.
El delantero galés regresaba a su casa. A su zona de confort. Donde ejercía de anfitrión con los recién llegados, como con Reguilón.
El galés quería volver a asomarse al primer plano. A ser importante. Pero las buenas intenciones pronto se toparon con la realidad.
José Mourinho no tardó en percartarse del futbolista que es el actual Bale. Desde que llegó no ha jugado un partido completo en la Premier League. Sólo ha sido titular en dos ocasiones y ha marcado un único gol. Los otros tres los reparte entre Europa League y las dos copas inglesas.
Sus continuas lesiones vuelven a lastrar su carrera y su credibilidad. Hace diez días, antes de jugar contra el Manchester City, Bale solicitó que le hicieran una resonancia porque sentía molestias. No había lesión y al día siguiente publicó un mensaje en instagram festejando el gran entrenameinto que había realizado. Entonces, Mourinho estalló.
La verdad es que Mourinho no quiere al galés. Su elevadísimo salario, no es proporcional a su flojísimo rendimiento. Este Bale parece no tener remedio. Y lo peor es que en Junio regresará al Real Madrid para cumplir su contrato.