El Convento de San Plácido es uno de los lugares con historia más peliculera de todo Madrid. Vámonos a 1628. La fundadora del convento Teresa Valle de la Cerda empieza a tener ideas propias, aunque supuestamente inspiradas por Satán, acerca de la necesidad de reforma de la Iglesia.
La Santa Inquisición montó un proceso legal contra la señora y otros responsables del convento. No os perdáis el pretexto. Una supuesta posesión diabólica de veinticinco monjas. Pero si os pensáis que esta es la única historia entretenida de este convento os equivocáis. Un buen día ingresó en el convento una bella novicia llamada Margarita.
Felipe IV, El Rey Pasmado, fue de cabeza a verla y se le pusieron los ojos como platos. Margarita no sabía qué hacer y acudió a la Madre Superiora. ¿Qué hacer para salir de esta sin ofender a la Corona? La Madre
Superiora tuvo una idea: Cuando el Rey llegó a la celda de Margarita se la encontró tendida sobre un féretro, con cirios encendidos y flores. ¡Aparentemente Margarita había muerto!
El rey salió por piernas. No sabemos si su majestad se sentía culpable, pero a partir de ahí, el Rey empezó a hacer regalos a la congregación…