Hace cuatro años Meryl Streep subió una foto a Facebook que recibió más de un millón de “likes”, con ella, publicaba un texto:
"Esta soy yo volviendo a casa tras una audición para King Kong en la que me dijeron que era demasiado “fea” para el papel. Fue un momento trascendental. Aquella malintencionada opinión podía haber roto mis sueños de convertirme en actriz o forzarme a recomponerme y a creer en mí misma. Tomé aire y dije: 'Siento que pienses que soy demasiado fea para tu película pero la tuya es sólo una opinión entre miles. Hoy tengo 18 nominaciones al Oscar”.
Pero, no ha sido la única ‘loser’, le ocurrió a Charlie Chaplin. Varios ejecutivos creían que su forma de actuar era poco convencional, y fue rechazada porque pensaban que era retorcido para que la gente lo comprendiese.
Walt Disney fue despedido por el director de un diario porque “le faltaba imaginación y no tenía buenas ideas”. Varios de sus empresas fracasaron antes del estreno de su primera película, Blancanieves.
Albert Einstein no habló hasta los 4 años y no empezó a leer hasta los 7, el pintor Vincent Van Gogh solo vendió uno de sus cuadros y J.K. Rowling estaba desempleada, divorciada y criando su hija gracias al apoyo gubernamental mientras escribía el primer libro de Harry Potter.
Mientras a Thomas Alba Edison un profesor le decía que “era demasiado estúpido para aprender alguna cosa”, a Michael Jordan le rechazaban en el equipo de baloncesto del instituto.
Mundo Chillón tenía razón: “¡Qué bonito es ser un loser!”