Raphael tiene una gran legión de fans detrás de él. Unos fans que, además de ser muchos, son muy variados, de generaciones y perfiles muy distintos. Pero todos con ese denominador común que va de la admiración a la devoción por el artista.
Lo que dicen sus fans es que, al escuchar a Raphael, surge un calambrazo interno y su música ya te posee para siempre. Una extraña rendición bautizada como el “raphaelazo” o los “raphaelistas”.
“Yo soy raphaelista. Esa admiración va pasando de generación en generación, de abuelos a padres e hijos”, explica la periodista y escritora Marina Bernal.
Para comprobarlo, hemos hablado con una familia en la que las tres generaciones se sienten fans absolutos de Raphael. “Soy fan de Raphael porque su música forma parte de mi vida”, cuenta Víctor. A su hija Martha le ocurre algo similar: “Me gusta Raphael porque, desde pequeña, mis canciones de nana han sido de él, no había otra música en mi casa”. Y Alejandro, el hijo de Martha, ha seguido los mismos pasos: “Soy fan de Raphael porque mi madre me lo ponía siempre desde pequeño”.
En 1966 se creó el primer club de fans del artista. Se hacían llamar “La pandilla raphaelista” y, en poco tiempo, se convirtieron en el club con más socios de España. Desde entonces, el ser fan de Raphael se ha convertido en una filosofía.