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¿Conoces todos los castillos de Madrid?
- Un recorrido por las construcciones fortificadas que encontramos en la Comunidad de Madrid
Madrid ha sido desde sus orígenes una tierra de paso por la que se han sucedido numerosas culturas. Además, fue durante una época tierra de fronteras, por lo que fueron necesarias numerosas construcciones defensivas para defender los territorios.
Les proponemos un recorrido por estas edificaciones, desde los primeros restos romanos a los lúdicos palacios construidos por la nobleza, pasando por las fortificaciones musulmanas y los castillos cristianos.
Yacimiento de Santa María
En el yacimiento arqueológico de Santa María, en el término municipal de Villarejo de Salvanés, se han hallado los restos más antiguos de construcciones defensivas de la Comunidad de Madrid. Unos restos que pertenecen a la segunda Edad del Hierro. Sin embargo, en la actualidad prácticamente no queda nada en pie, solamente algunos restos del antiguo poblado romano.
Ruinas de Carranque
También de época romana son las ruinas de Carranque, situadas a pocos metros de la frontera madrileña con Toledo. Los romanos apenas levantaron fortificaciones en este territorio, ya que se trataba de una zona pacífica y despoblada.
Todo cambió en el año 711 con la llegada de las tropas islámicas a la península ibérica. Durante casi cuatro siglos, las tierras de la actual Comunidad de Madrid formaron parte de Al-Ándalus, que dejó a su paso numerosas construcciones defensivas.
Las atalayas musulmanas
En el municipio de El Berrueco nos topamos con Torrepedrera, una de las atalayas musulmanas del Jarama. Su función era la de controlar cualquier movimiento de tropas cristianas llegadas desde el norte de la sierra. Muy próximas pueden divisarse otras atalayas, como la Torre de Mirabel en la localidad de Mangirón o la llamada Arrebatacapas en Torrelaguna.
Estos símbolos de unos diez metros de altura representan el pasado madrileño como tierra de frontera. Y es que, para proteger el reino, los musulmanes delimitaron marcas (fronteras) defendidas por ciudades amuralladas o atalayas. Cuando había algún peligro cerca, en la atalaya se encendía un fuego para avisar a la siguiente atalaya. Cuando aquí veían la luz o el humo, hacían lo mismo para avisar a la próxima. Así hasta llegar a la ciudad más cercana.
Las murallas de Mayrit
La ciudad de Madrid, de hecho, nació como una de estas fortificaciones defensivas. El antiguo alcázar se encontraba justo en el terreno que hoy ocupa el Palacio Real. Además, unas murallas protegían esta almudaina o ciudadela. Parte de ellas todavía pueden verse en el Parque Emir Mohamed.
Estas murallas son el origen del madrileño sobrenombre de gatos y del antiguo lema de la ciudad: "Fui sobre agua edificada. Mis muros de fuego son".
Castillo de Alcalá la Vieja
Otro tipo de plaza árabe fortificada era la alcalá o castillo. En Alcalá de Henares encontramos los restos del antiguo castillo de Alcalá la Vieja. A pesar de su actual aspecto, esta inexpugnable fortaleza fue la última en ceder a la toma castellana de la región.
A partir del siglo XII la Reconquista fue ganando terreno y la repoblación castellana se intensificó. Es por eso por lo que las nuevas autoridades cristianas revitalizaron las fortificaciones que tomaron, además de construir otras nuevas.
Las murallas de Buitrago del Lozoya
Las murallas de Buitrago del Lozoya fueron un claro ejemplo de las nuevas construcciones defensivas cristianas. Esta muralla comenzó a levantarse en torno a 1134, cuando el rey Alfonso VII concedió a la villa ventajas fiscales. Unos privilegios que lo que pretendían era atraer a nuevos pobladores.
Las murallas de este municipio del norte de Madrid se han conservado casi en su totalidad ya que sirvieron de apoyo a muchas de las casas que se iban construyendo. Una construcción con torres de flanqueo cada pocos metros que se adapta a la abrupta orografía del terreno y al meandro del río.
También en Buitrago del Lozoya nos encontramos con el castillo de los Mendoza (del siglo XIV y posterior a la muralla), dinastía que recibió este y otros señoríos debido a su fidelidad a la dinastía de los Trastámara.
Castillo de Fuentidueña
En el año 1220 se levantó el castillo de Fuentidueña, en el extremo sureste de la actual Comunidad de Madrid (en Fuentidueña del Tajo). Una construcción que se encuentra en ruinas pero que en su tiempo debió de contar con unas medidas enormes.
Su peculiar aspecto le hizo merecedor del sobrenombre popular de Torre de los Piquillos. Otra denominación popular fue la de Torre de Doña Urraca, que hace referencia a la mujer de Alfonso I el Batallador, que estuvo aquí recluida. Según cuenta la leyenda, por las noches pasaba a través de los pasadizos para visitar a los moriscos.
Castillos de la Orden de Santiago
En pleno casco urbano de Villarejo de Salvanés (donde ya habíamos estado visitando el yacimiento arqueológico de Santa María) encontramos un elemento defensivo de la Orden de Santiago: el castillo de Villarejo. Aunque de él solo queda su soberbia torre del homenaje. Una pequeña pero significativa parte del desaparecido castillo.
Entre los castillos de la Orden de Santiago también estaba el castillo de Oreja, a tan solo unos kilómetros de la localidad de Colmenar de Oreja. Con esta fortificación se protegía, aún más, un amplio tramo del Valle del Tajo, reforzando la defensa del flanco este de la ciudad de Toledo.
Y siguiendo el mismo estilo de la orden militar se edificó en el siglo XIII el castillo de la Torremocha en Santorcaz. En aquel momento, el municipio era un nuevo asentamiento fruto de la política repobladora del arzobispo de Toledo.
Recorremos ahora castillos que se han mantenido intactos en toda su dimensión y esplendor. Construcciones muy representativas del poder de la nobleza durante los siglos XIV y XV. En esta época, la nobleza, que se había hecho fuerte, comenzó a levantar edificaciones no solo defensivas, sino también auténticos símbolos de poder.
El castillo de Manzanares el Real
Si hay una construcción en territorio madrileño capaz de fijar en el imaginario colectivo cómo eran los castillos, esa es el castillo de Manzanares el Real. La familia Mendoza es la responsable de esta joya de la arquitectura militar madrileña.
Se encuentra sobre una colina a los pies del rocoso paisaje de la Pedriza (Parque Nacional de la Sierra del Guadarrama) y a pocos pasos del embalse de Santillana y del río Manzanares.
Su patio de armas porticado ha sido escenario de numerosos rodajes de películas y series. Además, su historia llega hasta nuestros días: en 1982 fue el lugar elegido para la celebración del acto de constitución de la Asamblea de Madrid.
En Manzanares el Real también podemos encontrar otro castillo, al que llaman 'el viejo'. Mientras que este más antiguo tenía un carácter defensivo, el nuevo era una residencia.
El castillo de la Coracera
En lo alto del municipio de San Martín de Valdeiglesias, el castillo de la Coracera se encuentra en una posición estratégica desde la que se domina buena parte del territorio. De esta manera, se remarcaba también la elevada posición que ocupaba su dueño dentro de la sociedad de la época. Estas eran tierras de Don Álvaro de Luna, condestable de Castilla y poderoso valido de Juan II.
Construido en la primera mitad del siglo XV, destacan los dos cordones defensivos en los que estaba organizado. La planta de este tipo de castillos es un cuadrado con una torre en cada esquina. Una de ellas, la de mayor tamaño, se reservaba para el corazón del castillo. Era la conocida como torre fuerte o del homenaje, lugar donde el señor llevaba a cabo sus actos jurídicos y se celebraban banquetes. Este, además, era el último reducto defensivo, preparado para resistir largos asedios.
El castillo de Batres
Fernán Pérez de Guzmán se enemistó con Don Álvaro de Luna y, tras perder el conflicto, se retiró al castillo de Batres, que el propio Fernán Pérez mandó construir en la primera mitad del siglo XV. Un lugar en el que posteriormente residió Garcilaso de la Vega, ya que sus padres eran los señores de Batres.
En un origen. las dimensiones de la fortificación eran más reducidas y se centraban en la torre del homenaje y en algunos dispositivos defensivos. Más tarde, el espacio se amplió para convertirlo en un edificio-residencia con un acogedor patio porticado. Además, todo el conjunto se eleva sobre unos frondosos jardines.
El castillo de la Alameda
En metro llegamos al castillo de los Zapata o de la Alameda, la única fortaleza de la Edad Media que perdura en Madrid. El primer documento de su existencia nos remite a 1476, cuando Juan Zapata, tercero de este linaje que ocupó el señorío, se refugió aquí.
Con el paso el tiempo, esta residencia casi desapareció bajo sus propios escombros. Por fortuna, salió a la luz gracias a unas excavaciones y, ya en pleno siglo XXI, se recuperó para que todos pudieran disfrutar de ella.
Dos castillos en Chinchón
En el término municipal de Chinchón encontramos dos castillos de la época en la que nos encontramos. Uno de ellos es el castillo de Casasola, encaramado sobre las paredes de la ribera meridional del Tajuña. Desde las alturas se presenta desafiante, a pesar de su ruinoso estado.
Su historia es bien curiosa. Y es que no todo el mundo podía construirse un castillo durante la Edad Media. Era necesario una especie de permiso de obra que solo concedían los reyes y estaba reservado a los señores que habían servido a a la Corona. Casasola fue de los pocos castillos edificados por un terrateniente. algo ilegal por aquel tiempo.
Junto al casco urbano se encuentra el otro castillo, el castillo de Chinchón. Su interior fue modificado en el siglo XX cuando se instaló aquí una fábrica de licores. A pesar de su denominación de castillo, nos encontramos ante un palacio renacentista.
El fin de la Edad Media dio paso a un nuevo tipo de construcción relacionada con el esparcimiento: el palacio. De esta manera, reyes y nobles fueron cambiando castillos por palacios y los elementos defensivos por jardines y espacios lúdicos.