La pasión por el kárate ayudó a Francisco Egea a superar un grave accidente de tráfico que estuvo a punto de costarle la vida. Su espíritu de lucha le permitió seguir compitiendo y proclamarse campeón del mundo de veteranos.
El 31 de enero de 2002 su coche empezó a dar vueltas de campana. En una de ellas salió despedido entre Griñón y Carranque. Una UVI móvil le estabilizó y le llevó al Hospital de Getafe donde se le diagnosticó traumatismo craneoencefálico severo, traumatismo en el ojo derecho y traumatismo torácico.
Secuelas del accidente
Un pronóstico muy grave. Francisco Egea, que entonces tenía 38 años, se debatió entre la vida y la muerte. Pasó seis años muy malos tras el accidente. Se quedó sordo del oído derecho y con el lado derecho de la cara paralizado. Seis años de médicos y psicólogos hasta que el kárate le devolvió la ilusión.
Gracias al deporte comenzó a sentirse cada vez mejor. Convencido por el maestro Ishimi, se preparó para el Campeonato del Mundo de Mexico. Una carrera contra el reloj que obtuvo como premio la medalla de oro. Una presea que compartió, por primera vez en la historia del kárate, con su hijo Víctor, que lo logró también en el mismo escenario que su padre.
Francisco, natural de Leganés, es hermano de José Manuel Egea, que está considerado el mejor karateca español de todos los tiempos.