El papa Francisco ha llegado esta mañana a la capital de Mongolia, país del que destacó el silencio de sus grandes estepas y su "enorme cultura", a pesar de sus pocos habitantes y sus sólo 1.400 católicos.
A su llegada al aeropuerto internacional Chengis Khaan fue recibido por una joven que le ofreció yogur seco, una usanza típica del país, y por la ministra de Asuntos Exteriores, Battsetseg Batmunkh, con la que se reunió durante algunos minutos en una sala del aeródromo ya que la ceremonia oficial de bienvenida se celebrará mañana en presencia de varias autoridades.
Después Francisco fue a descansar a la prefectura, la residencia del prefecto de Ulán Bator, el cardenal Giorgio Marengo, ya que el Vaticano no cuenta con una nunciatura (embajada) en el país.
Durante el viaje, el papa destacó que venía a visitar a un pueblo pequeño que vive en un territorio enorme, un pueblo pequeño "pero con una gran cultura" y pidió reflexionar sobre el silencio de las estepas porque dijo que "Mongolia se entiende con los sentidos".
La visita del Papa se concentrará en la capital, muy alejada de la belleza de sus colinas y de sus desiertos; una de las ciudades más frías del mundo y también de las más contaminadas por las numerosas calderas de carbón que se siguen usando y una importante actividad minera.
Francisco permanecerá en la prefectura, la residencia del cardenal, ya que aún no existe una nunciatura, a pesar de que ambos países mantienen relaciones bilaterales desde hace 30 años, tras la caída del comunismo en 1992, y se están negociando nuevos tratados sobre la labor de la Iglesia y de sus misioneros en este país.
Este viernes, el papa comenzará su visita al país. Durante su estancia de cuatro días pronunciará cinco discursos y se encontrará con autoridades y líderes de otras religiones.
Uno de los actos centrales será una misa el domingo y un acto ecuménico con representantes de otras confesiones.