El Hospital Niño Jesús nos ha enseñado un exoesqueleto que obedece las órdenes del cerebro y que ayuda a pequeños con parálisis cerebral a mejorar sus movimientos y a caminar más erguidos.
Miguel es el primer niño en Madrid en estrenar el CP Walker, su médico ante tanta expectación le dio una pista de lo que era “le conté que podía ser un Iron Man con un prototipo del exoesqueleto que utiliza el personaje”, un ejemplo cercano con el que el niño pueda entender cómo funciona el exoesqueleto.
El exoesqueleto comienza a funcionar cuando el paciente piensa en el movimiento, lo que provoca, mediante un casco con conexiones cerebrales, que emita al exoesqueleto ese movimiento y se ponga en marcha.
Además, sirve para investigar las conexiones y la emisión de información del cerebro, “buscamos identificar cuando el niño va a empezar a moverse, que es lo que buscamos: medir como arranca el exoesqueleto cuando el niño imagina moverse”, nos cuenta el investigador del CSIC, Eduardo Roncón.
De esta manera se aprovecha la plasticidad cerebral para crear nuevas rutas entre la parte sana del cerebro dañado y su aparato locomotor. De esta forma sirve como herramienta para mejorar la movilidad, la fuerza y la coordinación, resetear mecánicamente al paciente y, además, mejorarles el control motor y la fuerza.
De momento es un prototipo que se va a probar con 120 niños, pero en otros lugares del mundo ya hay resultados tras 16 semanas con el exoesqueleto, una esperanza de la que podrían beneficiarse el 70% de los pacientes con parálisis cerebral infantil.