El accidente sufrido por una mujer de 60 años en plena Puerta del Sol, cuando un camión de reparto derribó una farola que acabó impactando sobre ella, ha reabierto el debate sobre los riesgos de las labores de reparto en la ciudad de Madrid. Repartidores y vecinos no se ponen de acuerdo ni en los horarios ni en el 'modus operandi' de esta labor diaria.
El reparto por el centro de Madrid está limitado a unas horas determinadas. Los transportistas dicen que, a diario, se convierte en una auténtica gimkana porque muchas veces su trabajo coincide con eventos o mucha gente en la calle.
Los vecinos, por su parte, piden un mayor control y unos horarios más adecuados a su labor.
Una asociación de vecinos propone una modificación en los horarios, que permita a los repartidores hacer su trabajo antes de que abran los comercios.
El Ayuntamiento va a estudiar esta iniciativa. Sin duda, otro de los desafíos del nuevo gobierno municipal.