La ‘Ley Celaá’ marca un plazo de diez años para que los colegios ordinarios se hagan con los recursos necesarios para atender a los niños con discapacidad, lo que en la práctica supone la desaparición de los Centros de Educación Especial. Padres y profesores denuncian que la desaparición de los centros perjudicará a estos alumnos con necesidades especiales.
Una educación que se basa en la atención personalizada de cada alumno y según sus necesidades especiales, por ejemplo, la atención que dispensan a un niño de seis años que tiene una enfermedad neurodegenerativa y necesita fisioterapia a diario. Verónica, una de las profesoras, le atiende de lunes a viernes.
No pueden ir a un colegio ordinario
Es uno de los 80 alumnos que acuden a ese centro especial, niños con distintas discapacidades y por tanto tienen distintas necesidades y que, según la dirección del centro y sus familias, no podrían estar en un colegio ordinario.
En este colegio no hay más de ocho alumnos por aula. Desde infantil hasta la etapa de transición a la vida adulta están atendidos, además de por maestros, por profesionales especializados para cubrir sus necesidades.
Al fracaso y sin integración
Juan Agudo director General de APANID, dice a Telemadrid que “tienen una alimentación especial, aseo continuado, fisioterapia, logopedia, y eso sólo se garantiza en los colegios de educación especial”, por lo que el traslado de cualquiera de estos niños a un colegio ordinario, sería inviable. “Si se garantiza que estas necesidades de estos niños se cumplen como hasta ahora perfecto, pero si no sólo está garantizado el fracaso”
María Paramio, madre de un niño discapacitado, ya lo ha intentado con Lucas. Tiene ocho años y trastorno general del desarrollo. Ha estado escolarizado en un centro ordinario con aula de integración.
“No es la forma que él necesita para aprender, es especial y necesita una manera especial también de aprender. Además, también vemos como él dificulta al resto de sus compañeros”. Por eso, María le ha trasladado a un centro privado donde recibe una atención personal. Estos padres ven en los centros de educación especial la única manera viable de integrar a sus hijos.