Se cumplen hoy diez años del naufragio del Costa Concordia frente a la costa de Giglio, en el que perdieron la vida 32 personas. Las víctimas que pudieron salvarse han recordado la tragedia. Viajaban 4.229 personas.
Un accidente que pudo evitarse y que le ha costado la cárcel al capitán del buque, Francesco Schettino, condenado a 16 años de prisión. El accidente se debió a una mala maniobra por acercar el barco a la costa para que la madre de un miembro de la tripulación pudiera ver la nave desde tierra.
El capitán de la Marina italiana Gregorio De Falco, coordinador de las tareas de socorro en el naufragio asegura que todos se podían haber salvado y que lo que ocurrió fue sólo debido "al comportamiento infame" del comandante.
"No fue un accidente de la navegación. Fue todo debido al comportamiento infame de una persona", afirma De Falco sobre lo ocurrido durante la noche del 13 de enero de 2012, con una maniobra aún hoy incomprensible que acabo la nave impactando contra un escollo.
"Se podían haber salvado todos"
De Falco señala que "se supo sólo después que desde los primeros minutos tras el impacto, a las 21.50 horas, el comando de a bordo sabía perfectamente que el barco tenía que ser abandonado y uno de los maquinistas había asegurado, como se escucha en una grabación, que se estaban hundiendo. Se tenía que haber dado la alarma general y proceder ordenadamente a salvar a los pasajeros".
"Si se hubiera hecho así, ya que el barco en esas condiciones permaneció bastante tiempo sin inclinarse demasiado, se habrían podido utilizar todas las lanchas de salvamento, del costado de babor y de estribor, y se habrían salvado todas las vidas", asegura a el ahora senador.
Para De Falco, la muerte de estas 32 personas, entre ellas un español, "no fue un accidente de la navegación, sino un comportamiento infame, totalmente irrepetible" de Schettino, un acto que supuso "la traición de su propio puesto, el de capitán, por miedo, intereses...".