El excomisario Enrique García Castaño, uno de los principales imputados en el caso Tándem, ha señalado ante el Congreso que su excompañero José Villarejo "siempre" actuó "con cobertura política" y dependió "directamente" de altos cargos del Ministerio del Interior, y ha asegurado que "todo el mundo" sabía que tenía "sus empresas".
El antiguo responsable de la Unidad Central de Apoyo Operativo (UCAO), conocido como "El Gordo" en el entorno policial, ha comparecido este jueves junto con el exjefe de la Comisaría General de Información Enrique Barón en la quinta sesión parlamentaria sobre el presunto uso de medios de Interior y de fondos reservados para espiar al extesorero del PP Luis Bárcenas en busca de documentos comprometedores para el partido, la denominada "operación Kitchen".
Ambos han coincidido en retratar a Villarejo como un comisario con un estatus "especial" que hacía trabajos "al más alto nivel".
Considerado, como Villarejo, representante de la llamada policía patriótica, García Castaño ha subestimado a quienes hablan de "cloacas del Estado" de forma negativa porque esa es "una forma de proteger al Estado", y ha dejado claro que "todo el mundo sabía" que Villarejo, investigado desde hace cuatro años por sus presuntos servicios de espionaje, tenía sus empresas y su "cobertura".
Manejó "mucho dinero de los fondos reservados", actuó "obedeciendo órdenes" y "siempre" tuvo acceso a "niveles políticos muy altos para transmitir información al señor Rajoy o a otros presidentes" a través de terceras personas. Aunque ha confesado no poder demostrarlo, como "suposición", ha dicho que una de esas personas podría ser la ex secretaria general del PP María Dolores de Cospedal; o el presidente de La Razón, Mauricio Casals.
Según su versión, fue el exministro del Interior Jorge Fernández Díaz y su número dos, Francisco Martínez, ambos imputados en el caso Kitchen, quienes instaron al director adjunto de la Policía Eugenio Pino a incluir a Villarejo en la operación.
Una operación que nunca se llamó Kitchen, sino "operación Bárcenas", y en la que trabajó por orden de Pino. Perseguía, ha explicado, saber cuánto dinero ocultaba el extesorero del PP en el extranjero, dónde y quiénes eran sus testaferros, algo que enmarcó dentro de la legalidad, como han defendido otros miembros de la antigua cúpula policial ante el juez.
En varias ocasiones ha reiterado que tanto el ministro como el secretario de Estado estaban al tanto de la operación, y que le entregó a este último un pendrive con información procedente de los móviles de Bárcenas que le dio durante media hora el chófer de la familia, Sergio Ríos, convertido en confidente policial de la mano del comisario Andrés Gómez Gordo, asesor de Cospedal cuando presidió la Junta de Castilla La Mancha y también imputado.
Ante la pregunta de si existía una orden judicial para esa actuación, García Castaño ha justificado la necesidad de trabajar en ocasiones bajo el principio de "oportunidad e inmediatez", como cuando accedió al estudio de la mujer de Bárcenas en Madrid en busca de documentación. "Entro porque la señora del servicio me abre la puerta, la engaño (...) no me hace falta orden judicial", ha defendido ante el asombro de algunos diputados, que ha ido creciendo con algunas de sus explicaciones, como cuando ha aconsejado "ir protegido" y llevar "siempre" una grabadora cuando tengan una reunión.
Para que los diputados lo entendieran ha explicado con un símil el trabajo de la unidad que dirigió durante décadas. "Piense que yo tenía una oficina y usted necesita la pieza de una lavadora que no puede conseguir. Venían a mí y conseguía esa pieza. Eso era lo que hacíamos, apoyar a todo tipo de operaciones cuando no llegaban a algo".
Entre esas muchas operaciones y esa manera de actuar "necesaria" para proteger al Estado y en defensa de la seguridad ciudadana, García Castaño ha revelado algunos de sus logros como el que permitió abortar un atentado en un centro comercial en Madrid (Parquesur) a la célula del 11M porque intervino un teléfono sin contar con orden judicial o cómo se localizó a personas que buscaban las autoridades colombianas.
"Algo sabremos hacer bien", ha ironizado antes de autodefinirse también como "madero" y lamentar que al final de todo esto pueda quedar como "el mamporrero de la Kitchen" cuando él ha sido el mayor experto del terrorismo en la Policía, condecorado con hasta 26 medallas y con reconocimientos de muchos cuerpos policiales de otros países y conexiones directas con decenas de servicios secretos.
Barón ha contado a los diputados que conoció a Villarejo cuando llegó a Madrid en 2005 o 2006, cuando era "una persona conocida y reconocida de la que todo el mundo hablaba y se decía que gozaba de un estatus específico o especial". Él creía que estaba directamente integrado en la cúpula de la Policía y se sabía que hacía "trabajos especiales al más alto nivel".
Sobre su estatus, ha citado una fotografía que él mismo distribuyó en 2009 cuando fue condecorado en la que aparecen junto a él todos los directores adjuntos operativos desde 1987 hasta ese momento.