Vivieron su juventud cuando se les aplicaba la Ley de Peligrosidad Social, y eran considerados delincuentes hasta 1987. La cárcel era una amenaza real para ellos.
A pesar de las circunstancias, decidieron salir a las las calles porque mantenerse en el armario también fue una condena.
Son las historias de Rosa de 74 años y de Edu de 65, que tienen envidia de los jóvenes y de las normas que los protegen. Rosa se casó y tuvo ocho hijos hasta que dijo basta.
Hay dos maneras de poder vivir, o metidas debajo del armario o vivir con dignidad. Como el camino no ha sido fácil, piden seguir luchando.