En medio de la incertidumbre, los principales dirigentes insisten en mantener el optimismo y aferrarse a la esperanza. Y de hecho son muchas las personas en todo el mundo que, a pesar del confinamiento, intentan seguir adelante. Algunos, retomando un curso, o volviendo al trabajo.
Está el caso particular de una joven que quiere casarse, aunque llegue tarde al altar. Se llama Carly Roitz y tiene 23 años. Sufre Lupus, una enfermedad que afecta a la inmunodeficiencia (por lo cual, está considerada como persona de riesgo ante el coronavirus). Por esa razón, no ha salido para nada de su casa. Sin embargo, está deseándolo, ya que en cuanto termine todo, se casará con su novio, Logan.
Otro caso particular es el de Sarah Al-Kubasi, una joven de 21 años que estudia odontología en Bagdad. Ella participa en un canal realizado por estudiantes.Ofrecen clases en línea para ayudar a estudiantes de bachillerato.
El caso de Zoe también es similar. Es estudiante de secundaria y vive en la capital de Malasia (Kuala-Lumpur). Su padre es médico y trabaja en un hospital. Como a la familia le encanta jugar al ping pong, han organizado un campeonato en casa.
Por su parte, Ángela Gona tiene solo 18 años y vive en una granja cerca de Johanesburgo. Es estudiante de derecho y está preocupada por la situación.
Son cuatro historias de personas diferentes con inquietudes similares. Cuatro personas que representan lo tremendamente unido y parecido que es el mundo en este momento.