Cada vez que llueve con fuerza, Madrid se inunda y se colapsa. El terreno de la capital, al igual que muchas ciudades, no está preparado para absorber esa cantidad de agua, provocando que las bocas de Metro se conviertan en auténticas cascadas y los coches se queden atrapados como balsas.
Por eso, las nuevas obras ya se deben diseñar como permeables o drenantes para que el agua se infiltre al terreno y alivie las depuradoras, sobre todo en los puntos en los que se supera el umbral máximo previsto de precipitaciones.
En las aceras, plazas y parques es más fácil cometer estas obras, pero en el asfalto, que necesita un suelo firme de hormigón, es más complicado levantarlo. Así la Plaza de España ya se han acometido esas obras de remodelación con suelo permeable, pero también en el parque de Felipe VI, en el aparcamiento del Wanda Metropolitano o en la calle de Alcalá.
Luis Fernando Martín es decano del Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas de Las Palmas. Explica a 120 Minutos cómo evitar los inundamientos al mismo tiempo que se puede aprovechar y recoger esa agua filtrada: "La inversión hay que medirla, lo que no podemos tener es un depósito que se nos llena una vez cada 10 años, sería una inversión casi inútil. Hay que equilibrar la inversión con los episodios que podemos tener previstos".
Madrid ciudad de acuíferos
Madrid está construida encima de varios acuíferos y vaguadas. Dos cuestiones: los niveles acuíferos están muy cercanos a superficie, pues cuando llueve se recargan y afloran, pero sobre todo la red hidrográfica que tiene memoria. "Por mucho que eliminemos un cauce, ese cauce busca alguna salida cuando viene un episodio de lluvia, porque es un agua subálvea, o sea, por debajo de la superficie, que nos provoca socavamientos de tierra", asegura el experto.
Fernando Martín añade que "normalmente el drenaje no se estima hacia dónde puede ir el agua en el urbanismo, cómo va en las pendientes. Nos hemos olvidado de eso y después lo hemos pagado".