Con el fin de parecerse una muñeca como Barbie, se ha desatado una nueva corriente viral en medicina estética. En un mundo influenciado por las redes sociales vuelve a quedar patente la importancia de un estándar de belleza imposible.
Cada vez más jóvenes comienzan a utilizar bótox. Su uso se adelanta a los 20 años, en lugar de a los 35 como hace una década, según un informe de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME). Ahora ya no se trata de aumentar los labios de forma exagerada con ácido hialurónico replicando a una muñeca Bratz. O de congelar los músculos de la cara para evitar arrugas.
El Barbie bótox, también trap tox, se refiere a la aplicación de neuromoduladores (toxina botulínica en su nombre comercial) en determinados músculos del cuello para que parezca más largo y más fino. Y aunque cada vez son más sus indicaciones para mejorar problemas de hiperactividad muscular, migrañas, sialorrea o hiperhidrosis la primera reacción de los profesionales es, sin duda, de extrañeza.
Paula Vega Martín, fisioterapeuta, lo tacha en El Mundo incluso de barbaridad, especialmente si el fin es la estética: "Sería como dejar a un árbol sin tronco o relleno de gomaespuma. No tendría la suficiente fuerza para sostener la copa y terminaría derrumbándose".
Estas inyecciones inhiben la función muscular, es decir, paralizan ese músculo, expresa. Si se realizan de forma reiterada, pues su efecto sólo dura unos meses, y en el trapecio, que es un estabilizador del cuello, "tendría una repercusión muy negativa", alerta.
José Manuel Gómez Villar, cirujano estético, añade que “puede tener consecuencias graves en la columna vertebral” y recuerda que la Agencia Española del Medicamento no autoriza la inyección de estos fármacos en la espalda: “Está totalmente prohibido”.
Quienes lo practican son, asegura, no profesionales o profesionales “con poca ética”, y alerta de que el ideal de las caras perfectas en las redes sociales choca con la medicina estética, que está hecha para hacernos sentir mejor, “pero no para hacer caras perfectas y todas iguales”.