El Museo Arqueológico Nacional, ubicado en el corazón de Madrid, guarda una colección inmensa que abarcan desde la Prehistoria hasta el mundo moderno.
Los visitantes pueden perderse en las distintas salas que narran la historia del mundo. En el área de las culturas del Mediterráneo, por ejemplo, encontramos mosaicos elaborados con piedras de diversos colores, recreando los lujosos decorados de las villas romanas.
El museo también se convierte en un aula abierta para escolares y familias, quienes participan en talleres que acercan la arqueología y la historia a todas las edades.
El trabajo del museo no solo consiste en exhibir piezas, sino también en preservarlas. En su laboratorio de restauración, los técnicos emplean técnicas delicadas y cuidadosas, como el uso de goma de borrar especial para limpiar joyas de plata, o el uso de alcohol y agua para tratar materiales antiguos.
El proceso requiere precisión y paciencia para consolidar y preservar las áreas desgastadas de cada objeto. Uno de los trabajos en marcha es la restauración de una antigua tabla egipcia que cubría a una momia, cuya pintura se ha separado de la madera con el tiempo.
Quizá uno de los elementos más curiosos del museo sea una momia de gato, un ejemplo de cómo los egipcios momificaban no solo a los seres humanos sino también a los animales que tenían un significado sagrado