En ‘Coser y contar’, Lorenzo Caprile te invita a un viaje apasionante a través de la historia de la moda donde conoceremos la vida de personajes como la emperatriz Eugenia de Montijo o el maestro Balenciaga y, también, recorreremos rincones desconocidos de nuestra capital y de la Comunidad de Madrid donde estos personajes vistieron, inventaron, crearon y lucieron esas prendas y esas modas que han transformado a nuestra ciudad en una referencia absoluta en el mundo de la moda.
Todos sabemos que la Alta Costura nació en Francia, aunque el maestro de este arte fue un español, un vasco universal, el maestro Cristóbal Balenciaga.
En este capítulo vamos a repasar su etapa madrileña, fundamental en el desarrollo de su carrera.
Nacido el 21 de enero de 1895 en Guetaria, Guipúzcoa, hijo de un pescador y una costurera, Cristóbal quedó huérfano de padre a los 11 años, por lo que tuvo que ayudar a su madre desde muy joven aprendiendo así las bases de la costura. Poco después, a los 12 años, se reveló su talento al reproducir a las perfección un vestido de la marquesa de Casa Torres. Esta llamada "copia prodigiosa" impresionó tanto a la marquesa que se convirtió en su mecenas.
La familia Balenciaga se traslada entonces a San Sebastián, y su benefactora le invitar a abrir su primer taller a la par que le brinda la oportunidad de trabajar para la Alta Sociedad, pero ¿cómo era el día a día de este genio de la costura?
Para responder a esta pregunta nos hemos dirigido hasta la castiza calle Caballero de Gracia, trasera de la Gran Vía y lugar donde se encontraba la puerta por la que el personal accedía al taller Eisa.
Aquí nos encontramos con Mariú Emilas, hija y nieta de maestros cortadores del taller Balenciaga, además de la autora de 'Balenciaga, mi jefe'.
"Balenciaga era la búsqueda de la perfección, era un hombre con un nivel de autoexigencia impresionante", nos ha contado Mariú.
Pero con Emilas no solo hemos conocido todos los detalles del funcionamiento del taller sino que hemos conocido personalmente al prestigioso diseñador que no dudaba en formar a nuevos aprendices, a pesar de que sabía que, una vez aprendieran el oficio, se irían para abrir sus propias casas:
"Cuando se dice que él era un hombre muy generoso, es por uno de estos aspectos que no mucha gente haría ni a día de hoy ni antes, formar a una serie de personas y enseñarles tu técnica sabiendo que van a desaparecer y abrir sus propios negocios...".
El maestro Cristóbal Balenciaga es el gran creador de moda del siglo XX y hay un antes y un después de su aparición porque como decía su amiga-enemiga Coco Chanel, "era el único que sabía cortar, montar, afinar, probar una prenda de principio a fin" y por eso, en este capítulo, hemos querido repasar algunas de sus prendas más icónicas y representativas, que se adaptaban a los diferentes estilos del momento.
Y como no podía ser de otra manera, terminamos la visita en el número 9 de la Gran Vía, hoy 'Hotel Catalonia', pero cuyo edificio albergaba el taller Balenciaga de Madrid.
En este hotel nos hemos encontrado con una mujer que conoció, vivió y vistió como nadie aquellos años inolvidables, Sonsoles Díez de Rivera.
"Desde que tengo 7 años hasta el 68 que cerró debí de pasarme la vida aquí, y para entretenernos, había una vendedora que se llamaba doña María Bascarán que nos daba una tarjeta que las que usaban las maniquís (nombre que recibían las modelos en los años 40-50) y nos hacía desfilar para explicarnos cómo había que moverse", nos ha contado Sonsoles que se pasaba mucho tiempo en el taller del maestro mientras su madre, Sonsoles de Icaza, a marquesa de Llanzol y musa de Balenciaga, se probaba diferentes prendas.
"Balenciaga no necesitaba musas pero le gustaba vestir a señoras guapas y delgaditas, y mi madre en aquella época medía 1,72 cm y era guapa no, lo siguiente", ha relatado nuestra protagonista.
Con ella, además, hemos descubierto la forma de trabajar la moda de la época y nos ha contado divertidas anécdotas entre su madre y el gran Balenciaga.