En ‘Coser y contar’, Lorenzo Caprile te invita a un viaje apasionante a través de la historia de la moda donde conoceremos la vida de personajes como la emperatriz Eugenia de Montijo o el maestro Balenciaga y, también, recorreremos rincones desconocidos de nuestra capital y de la Comunidad de Madrid donde estos personajes vistieron, inventaron, crearon y lucieron esas prendas y esas modas que han transformado a nuestra ciudad en una referencia absoluta en el mundo de la moda.
En este capítulo hablamos de una palabra que se ha vuelto absolutamente imprescindible en nuestro vocabulario y que es es 'influencer', pero ¿qué es una influencer?
Dícese de aquel hombre o mujer que influye a través de las redes sociales en nuestra manera de decorar, de pensar, de comer y, por supuesto, de vestir.
Y aunque lo vemos algo muy moderno, hay una personaje histórico español que ya sentaba bases en el mundo de la moda con sus estilismo, ella es la emperatriz Eugenia de Montijo.
Su vida fue especial desde el día que nació, un 5 de mayo de 1826, porque, según cuenta la leyenda, un terremoto en su Granada natal precipitó el parto de su madre.
Su padre, se convierte por casualidad un día en Grande de España y Eugenia y su hermana Paca reciben una educación exquisita, aunque un desengaño amoroso provoca que su madre se la lleve a Francia donde se empieza a relacionar con la alta sociedad a la que cautiva con su belleza, inteligencia y naturalidad.
Tanto es así, que el 30 de enero de 1853 se casa con Napoleón III, sobrino del legendario Napoleón Bonaparte, convirtiéndose así en emperatriz de los franceses.
Pero pasan los años y cae el Imperio Bonaparte, y la sociedad francesa le echan la culpa, en parte, a ella por lo que decide exiliarse con su hijo a Inglaterra, que fallece poco después al igual que su padre y marido de Eugenia.
Los últimos años de vida de la emperatriz los pasa entre Inglaterra y España ya que en Madrid residen sus sobrinos, los duques de Alba, y es precisamente en su Palacio de Liria donde muere en 1920 y nace entonces una leyenda.
Y es precisamente en el Palacio de Liria donde las colecciones de la casa ducal de Alba conserva el gran legado histórico-artístico de esta mujer única e inolvidable, Eugenia de Montijo.
En Coser y Contar nos recibe aquí una de sus descendientes, Eugenia Martínez de Irujo junto con Álvaro Romero el director cultural de la Fundación Casa de Alba y de esta colección que consta de obras de artes, muebles y otros objetos personales que explican la historia de este personaje tan importante.
Empezamos este paseo histórico por un busto de la emperatriz en el que se aprecia perfectamente su buen gusto por la moda, con la utilización perfecta de complementos como broches, así como con un pronunciado y bonito escote.
"Ella transformó un defectillo físico, que eran esos hombros un poco caídos, en una virtud focalizando la atención en esos escotes que dejan el hombro al descubierto y que ópticamente producen que el hombro parezca más ancho", ha resaltado Lorenzo Caprile.
Además, gracias a Eugenia Martínez de Irujo hemos podido ver y tocar algunas de las mantillas que lució la emperatriz, de encaje y que ella misma puso de moda utilizándolas como chales.
Otro de los elementos españoles que Eugenia puso de moda fueron los abanicos, y en este Palacio de Liria hay expuestos dos de su propiedad y que son muy personales.
Y gracias a un bonito jarrón de porcelana en el que hay pintado una escena de la Corte, hemos podido advertir el estilo claramente marcado y definido que lucía Eugenia siempre en sus actos oficiales.
"Es siempre la misma imagen, el mismo tipo de peinado, con el cabello recogido, sus collares de perlas, ese escote que hizo popular... y en ese sentido creo que se adelantó a una técnica de marketing muy común cuando tienes que crear una imagen de marca, ella siempre ofrecía la misma imagen en los retratos oficiales para que tú enseguida diga, ¡esa es la emperatriz Eugenia!", recalcaba Caprile.
Por todo ello podemos decir que la emperatriz fue una de las primeras 'influencer' de la historia, gracias a su imagen tan cuidada y a su buen gusto en el que tuvo mucho que ver Charles Frederick Worth, considerado el primer diseñador de moda de la historia y el primero que creó las colecciones de moda (otoño-invierno, primavera- verano) que, además, utilizaba a su mujer como maniquí de sus creaciones, convirtiéndose en la primera modelo que se conoce.
La mayor clienta de este mosdista de Alta Costura fue, como no podía ser de otra manera, Eugenia de Montijo, gracias a dos diseños de Worth que lució su amiga Pauline de Metternich, la esposa del embajador austríaco en Francia, y en los que Eugenia se fijó. La Emperatriz de Francia pidió entonces el contacto del diseñador.
"Ella empieza a vivir la moda cuando la moda empieza a existir como tal", ha afirmado Eloy Martínez de la Pera, experto en Moda, Arte e historia, con el que hemos analizado la imagen de esta mujer tan espectacular.