A lo largo de la historia los madrileños han bebido de muchas y numerosas fuentes naturales. Desmontando Madrid explora el uso y disfrute que han dado al agua y bucea en su historia para descubrir que, o bien para cubrir las necesidades básicas o bien para actividades lúdicas, el agua se convirtió en el bien más preciado de Madrid. Desmontando Madrid desmonta “Los pilares de Madrid”.
Vivir donde la naturaleza lo ponga fácil y donde el acceso al agua sea lo más cómodo y sencillo posible ha sido siempre la premisa de nuestros antepasados. Desde los primeros asentamientos romanos hasta los qanats andalusís, llegando hasta nuestros días, Madrid ha seguido siempre muy de cerca al agua. Incluso se dice que debajo de nuestros pies hay un Madrid completamente navegable.
¿Qué uso le daban los antiguos romanos al agua? Viajamos a Complutum, en Alcalá de Henares, para descubrirlo. “Los romanos tenían una cultura obsesionada con el agua”, explica Sebastián Rascón, jefe del Servicio Arqueológico de Alcalá de Henares. Las termas eran sus grandes puntos de reunión, centros de higiene y salud, pero también de ocio y entretenimiento, en los que también fomentaban las relaciones sociales.
“El emplazamiento de la ciudad de Madrid en el lugar que ocupa no solo se debe a una posición estratégico-militar, sino también a sus numerosos puntos de agua”, nos explica Marisa Bueno, investigadora de la Universidad Complutense de Madrid. Numerosos arroyos atravesaban el actual Madrid y servían para abastecer a los habitantes de la zona. El arqueólogo Jorge Morín de Pablos nos descubre algunos de los más importantes.
Cuando Madrid empezó a crecer, la sed y la necesidad de lavarnos acompañaba a los madrileños. Por eso, con la llegada de la Corte a la ciudad, la realeza quería el agua cerca. Pedro Martínez Santos, profesor de la Universidad Complutense, nos recuerda cómo los viajes de agua abastecieron a los habitantes de la capital durante un milenio. Sin embargo, su suministro de agua era escaso para todo lo que necesitaba la capital del imperio, unos 10 litros por persona y día. Debido a esta falta, Madrid se estancó en su crecimiento.
La solución al problema de la falta de agua estuvo en la construcción del Canal de Isabel II, que permitió traer agua a la ciudad desde el río Lozoya, en la sierra. Unos 80 kilómetros de recorrido en los que el Canal tenía que atravesar valles y montañas. Diego Limones, subdirector de Conservación del Canal de Isabel II nos cuenta la historia de este faraónico proyecto.
Junto a Isabel García-Velasco, presidenta de la AMPHG, recorremos Aranjuez y su Palacio Real. Los reyes venían de recreo a este enclave debido a su clima, favorecido por los ríos Tajo y Jarama. El elemento diferencial de este lugar eran sus jardines. Uno de ellos es el Jardín de la Isla, rodeado por las aguas del Tajo y, desde 2001, Patrimonio de la Humanidad.
Y teniendo el río Manzanares tan cerca, ¿por qué nunca se llegó a utilizar como fuente de suministro de agua? Esto se debe a su irregularidad, ya que en la época de verano y de sequía el caudal era prácticamente inexistente, por lo que prácticamente solo se utilizó para regadío. Sin embargo, sí que tuvo un uso muy característico: la navegación. Felipe II encargó un proyecto para hacer navegables el Manzanares, el Jarama y el Tajo, uniendo Madrid con Lisboa y pasando por Toledo. No obstante, este faraónico proyecto no llegó a realizarse.
En el programa también visitaremos otros lugares icónicos de la capital como el parque de El Retiro y Casa de Campo.