Desmontando Madrid: El Madrid de los teatros y los cines
Un recorrido por los emblemáticos cines y teatros que convirtieron a Madrid en una ciudad de cultura y espectáculo
El Corral del Príncipe, el Teatro Apolo, el Circo Price y el Cine Ideal son algunos de los protagonistas de este capítulo
Foto: Redacción |Vídeo: Telemadrid
El Madrid de la cultura del espectáculo, del arte, del cine y de los chismes entre autores, comediantes y ciudadanos. Ese Madrid que levantó un teatro sobre un corral de gallinas gracias a una vecina llamada La Pacheca. Una ciudad de los lujosos teatros, que luego fueron cines (y luego, otra vez, teatros), donde se representaban las obras musicales.
Desmontando Madrid nos consigue entrada en primera fila y con todas las comodidades para disfrutar de una película sobre una importante parte de la historia de la capital. Cada escena del programa está llena de artistas y visionarios que levantaron teatros, circos y cines en lugares que ni nos imaginaríamos.
Un paseo por el Madrid del glamour y de la comedia, ese que nos hace soñar desde las butacas, para desmontar ‘El Madrid de los cines y los teatros’.
En los siglos XVI y XVII, la Villa y Corte de Madrid tuvo un papel decisivo en la creación de espacios y lugares que sirvieron para representar espectáculos teatrales. Actores y compañías demandaban un sitio donde poder hacer esas obras que, desde la época medieval, representaban en la calle.
¿Cómo pasaron de hacer las obras a pie de calle a representarlas en un teatro? ¿Quién consiguió que los comediantes tuvieran ese lugar donde hacer esas obras? Y, sobre todo, ¿cómo eran esos primeros teatros en Madrid?
María Belén Cantenys, historiadora de Rutas Teatrales, nos explica de dónde surgió la necesidad de instalarse en un teatro. “Al contar con un espacio fijo, la Iglesia y la Monarquía podían controlar las representaciones, además de contar con una taquilla”.
Cuando asistían a las obras, en las corralas se agrupaban todas las clases sociales, desde las clases trabajadoras y más humildes a la burguesía, la nobleza e, incluso, el propio rey. Felipe IV, por ejemplo, fue uno de los espectadores más asiduos a los estrenos dramáticos.
El Madrid del siglo XIX y de principios del siglo XX se convirtió en la capital del género chico. La zarzuela encontró su hueco en una serie de teatros que abrían las puertas a un género que, a diferencia de la ópera, no hablaba de faraones y reyes, sino de La Revoltosa, de La verbena de la Paloma y de Agua, azucarillos y aguardiente.
El Cronista de la Villa Antonio Castro nos descubre el Teatro Apolo, un fastuoso y lujoso espacio que se encontraba en la Gran Vía. Su aforo para más de dos mil espectadores le valió el sobrenombre de ‘catedral del género chico’ de Madrid.
Raúl Equizábal, catedrático de la Universidad Complutense, nos enseña el lugar de la plaza del Rey donde se encontraba el teatro del Circo, un local de espectáculos que mezclaba el teatro con el circo. Tras un incendio que lo destruyó por completo, se levantó, en el mismo solar, el Circo Price.
En este recorrido no podíamos olvidarnos del Teatro Real. El periodista Joaquín Turina Gómez nos cuenta sus secretos. “El Teatro Real se construyó sobre el solar que había ocupado el Teatro de los Caños del Peral”.
A la oferta de ocio madrileña se sumó otra totalmente novedosa y revolucionaria: el cine. En su momento de mayor esplendor hubo 161 salas en funcionamiento repartidas por la ciudad, aunque en la actualidad solo quedan unas 31.
A comienzos del siglo XX las películas se proyectaban en “salones”, barracones itinerantes, teatros o salas de espectáculos. El Cine Ideal o el Cine Doré son algunos de los primeros y emblemáticos establecimientos donde se proyectaron películas.