Viajamos hasta un pueblo situado a 47 km de la capital, Miraflores de la Sierra. Por sus calles han pasado hombres ilustres como el Premio Nobel de Literatura, Vicente Aleixandre y el de Medicina Santiago Ramón y Cajal.
Parada imprescindible, por tanto, es el busto de Aleixandre. Frente a él, la réplica del Álamo de Miraflores al que el poeta inmortalizó en unos famosos y sentidos versos. El árbol original, como otros muchos de todo el mundo, enfermó de grafiosis. A pesar de que no se escatimaron cuidados para su cura, murió en el invierno de 1989-1990.
En 2024 se celebra el quinto centenario del título de villa que Carlos I concedió a Miraflores de la Sierra "que en aquel momento se llamaba Porquerizas" cuenta Tomás, técnico en turismo.
Un hito del que podemos aprender todo en la Casa de la Cultura de la localidad. Se trata de una casona típica de la sierra recientemente rehabilitada, que cuenta con un espacio para exposiciones y actos culturales.
En nuestro recorrido por Miraflores debemos detenernos en la estatua en honor a los "perreros". Cada tres de febrero se recuerda la expulsión de las tropas de Napoleón de Miraflores de la Sierra donde los perreros y sus cencerros tuvieron un papel fundamental.
"La historia cuenta que los franceses tenían mucho miedo a las vacas, creyeron que había una estampida de vacas, huyeron del pueblo y dejaron abandonado todas las joyas que habían robado" relata Tomás.