Carlos III fue un tipo raro, las cosas como son. Un rey reformista que quería modernizar el país y, al mismo tiempo, era un rey absoluto. Una paradoja es que quería que en España se viviera mejor y se rodeó de los jóvenes y muy preparados Floridablanca, Olavide o Campomanes.
Hizo muchas cosas por el país, pero fue un rey de vida aburrida. Todos, todos los días hacía lo mismo: se despertaba a las seis de la mañana y rezaba un cuarto de hora, Después, se lavaba, se vestía y se tomaba un chocolate, siempre en la misma taza. Al terminar el desayuno, oía misa y pasaba a ver a sus hijos. A las ocho en punto, atendía en privado los asuntillos políticos del país y a las once recibía las visitas de sus ministros o del cuerpo diplomático. Comía, muy poquito, se iba a cazar hasta que anochecía. Cenita, besitos a los nenes y a dormir.