En el Museo de Artes Decorativas podemos ver un típico comedor barroco del XVII, con una cartela que incluye la receta de la tan popular "olla podrida". Pero, sin lugar a dudas, la joya de la corona es la reconstrucción, en la cuarta planta, de una cocina valenciana del siglo XVIII. El historiador gastronómico Miguel Ángel Almodóvar nos cuenta algunas de sus particularidades.
Esta cocina, originalmente, estaba en un palacete del centro de Valencia capital que, durante los bombardeos de la Guerra Civil Española, quedó prácticamente destruido. Pero, milagrosamente, la cocina quedó intacta. Entonces alguien tuvo la iniciativa, poco frecuente, de comprar y desmontar, una a una, las 1.604 baldosas que tiene la cocina. ¡Que se dice pronto! Y preparar un espacio de exactamente el mismo tamaño y que encajasen como en el original.
En general, son una representación de alimentos y situaciones simpáticas con animales domésticos, abundante utillaje de cocina y suelo de losas bizcochadas. Que no significa que se puedan meter en leche.