Bajo el Hotel Santo Domingo hay unas cuevas que hoy son lo más chic y lo más fashion, pero que no siempre lo fueron. Son cuevas del siglo XVI y fueron usadas por esa institución tan amiga de sus amigos que fue la Inquisición.
La Inquisición recibía primero una denuncia, que podía ser anónima. Se comenzaba la investigación, se iba a la casa del denunciado, se le quitaba todo lo que tenía y se procedía al interrogatorio. Lo primero que se le preguntaba era si sabía por qué le habían detenido. Entre el desconcierto, la sutileza de los Inquisidores y el miedo a meter la pata, nadie se atrevía a contestar.
El proceso podía durar años. Los archivos de los ajusticiados se almacenaban en estas cuevas. Era como una especie de biblioteca del terror. Ahora es un lugar bastante más agradable.