En la calle Sacramento ocurrió una historia la mar de truculenta. Un oficial de la Guardia de Corps llamado Juan Echenique vivía haciendo honor a su nombre: era un auténtico donjuán.
El soldadito venía caminando por esta calle cuando una bella mujer se asomó a la ventana y le hizo señas para que subiera a su casa. Tras un rato en la alcoba de aquella mujer, el soldado volvió a palacio y descubrió que se había dejado su espadín en casa de la mujer.
Volvió corriendo para recuperar su herramienta de trabajo. ¡El edificio estaba en ruinas! Preguntó a un vecino por la bella dama y éste le contesto que allí vivía antes una hermosa mujer pero que ya había muerto.
Juan encontró su sable lleno de telarañas. Corrió asustado hasta la iglesia más cercana y se dice que ingresó en un convento. Una cosita: ¡Que le quiten lo bailao! ¿no?