El asesinato de Juan Prim es una de las grandes incógnitas históricas de nuestros tiempos. La respuesta a la pregunta "¿quién quería matar a Prim?" es sencilla. ¡Todo el mundo! Prim deseaba acabar con estructuras caciquiles, con antiguos quistes administrativos que sólo servían para beneficiar a los de siempre. Tras recibir muchas amenazas se dobló la escolta. Y seguramente se doblaron las apuestas a favor de que a Prim lo matarían antes del fin de 1870. Por supuesto, acertaron.
El 30 de diciembre Prim acudió al Congreso. Al entrar en la calle del Turco, junto a lo que hoy es el Círculo de Bellas Artes, dos coches de caballos le cortaron el paso... Varios tipos se acercaron hasta el carro y lo agujerearon a balazos. Un ayudante dijo "Bájese usted, mi general, que nos hacen fuego". Salieron como pudieron dando caña a los caballos. A partir de aquí empieza la confusión y la conspiranoia... Se dice que Prim llegó a su domicilio, el palacio de Buenavista, por su propio pie con unos balazos repartidos por todo el cuerpo. Eso de que llegó a su casa por su propio pie, ¡nanay! Según el estudio de las heridas, era absolutamente imposible. Se descubrió que a Prim, ¡una en vez la cama lo apuñalaron por la espalda y por si acaso lo estrangularon con un lazo!