"Desperté en la UCI y me empecé a reír de la alegría de estar viva, con eso me quedo"
Redacción
Se cumplen 17 años de los atentados yihadistas del 11 de marzo en Madrid. Aquel jueves fatídico de 2004, 193 personas fallecieron a causa de las explosiones en los trenes de Atocha, la calle Téllez, El Pozo y Santa Eugenia.
Dori Majali, viajaba en uno de esos trenes que circulaba por la calle Téllez, cuando explotó una bomba que le causó la amputación de una pierna, entre otras heridas: "Es imposible olvidar el horror de aquel día. Cada mañana me tengo que poner una pierna ortopédica al salir de la cama, y como yo tantos otros heridos con secuelas físicas y psicológicas".
El recuerdo está presente "como si hubiera sucedido ayer", asegura Dori, que como presidenta de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, reclama más visibilidad para las víctimas y sus familiares: "Hemos notado que, según pasa el tiempo, se nos va volviendo un poco invisibles a las víctimas que seguimos vivas y a los familiares... Seguimos cada día peleando por seguir adelante", asegura.
Un esfuerzo que merece la pena, dice Dori, recordando el momento en el que recuperó la consciencia tras la explosión: "Desperté en la UCI y me empecé a reír de la alegría de estar viva, con eso me quiero quedar. He podido reconstruir mi vida".