Es una de las antigüedades egipcias más valiosas que tenemos. Llegó al Museo Arqueológico Nacional en 1893, pero es del 1.070 a.C. Hablamos de un ataúd de madera que perteneció a la sacerdotisa egipcia Ruru.
Hoy, Nacho empieza los trabajos de restauración. Iberdrola, a través de su fundación en España, financia la totalidad de este proyecto, considerado una extraordinaria pieza de la colección del Museo Arqueológico Nacional.
"A primera vista se puede ver cómo la madera, por las tensiones que ha tenido con el paso del tiempo, se ha ido laqueando y separando las distintas piezas del ensamblaje, ha perdido material, también ha tenido ataques de insectos en el pasado, una a de las espigas originales del ensamblaje han salido a la cara exterior, que normalmente no debería verse", nos explica Nacho.
La finalidad del proyecto de estudio y restauración es garantizar la conservación futura, así como la puesta en valor del ataúd, recuperando en la medida de lo posible la decoración que conserva y la riqueza de los pigmentos utilizados.
Para el proceso de restauración "en primer lugar, que es en el proceso que estamos ahora, hay que documentar muy bien la pieza porque es la que nos va a ayudar perfectamente a saber qué hay que aplicar en cada momento de la intervención y también estas fotografías son para hacer el modelo tres dimensiones", nos cuenta Nacho.
El ataúd fue donado por el gobierno egipcio en 1893 en el denominado "lote 13" asignado a España y, tras esta intervención, finalmente se expondrá en las salas de exposición permanente del museo para el disfrute del público en las condiciones más adecuadas de conservación.
"En el año 1891 hubo un descubrimiento de un escondrijo donde se encontraron más de ciento cincuenta ataúdes con una cantidad de objetos funerarios", nos dice Esther, la conservadora jefe.
El ataúd se halló en Bab el-Gasus, un escondrijo de momias egipcias pertenecientes a sacerdotes del Tercer Periodo Intermedio, en Luxor y consta de una caja y cubierta superior, realizada en madera y policromada, con representación de varias divinidades y con inscripciones jeroglíficas.
"Es una pieza que nunca ha estado expuesta y que además necesita de unos trabajos de conservación y de reparación bastante importantes", añade Ramón, director de la Fundación Iberdrola. Una joya del Nilo que podremos contemplar después de la intervención 3.000 años más.